Desde los inicios de Caracas el agua de beber se tomó del río Catuche, de agua clara, que circundaba la ciudad por el norte y el este. Los otros ríos que limitaban la urbe, el Caroata y la quebrada de Leandro (o de Los Padrones) por el oeste, y el río Guaire por el sur, solo servían para lavar.
La toma de la acequia, llamada "el buco" se hacía en un punto al norte de la actual iglesia de La Pastora. Desde allí bajaba una acequia principal hasta un tanque grande, un cubo de cal y canto o argamasa, denominado la Caja de Agua, ubicado desde siempre en el lugar donde hoy se halla la esquina de su nombre, por lo que puede afirmarse sin lugar a dudas, que este es el nombre de esquina más antiguo que conserva Caracas, sin cambio.
Entre la acequia principal del buco y la caja de agua, a la salida de la ciudad al norte, por el camino de la mar, se ubicaba el molino de trigo de Francisco Sánchez de Córdoba, antiguo conquistador de Caracas que vivía en Torre noreste, diagonal a la plaza mayor. Tomaba el agua del buco para su molino; el cabildo le exigía como compensación que mantuviera limpia a su cargo la acequia principal hasta la caja de agua. Este molino, a su muerte será vendido en 1597 por su mujer Isabel de Araya -por apremios económicos- a Esteban de Marmolejo, por lo que la obligación impuesta por el cabildo de limpiar la acequia del buco a la caja de agua de la ciudad reacae en este. El molino queda finalmente en manos de Manuel Cardoso en la cuarta década del siglo XVII.
Entre la acequia principal del buco y la caja de agua, a la salida de la ciudad al norte, por el camino de la mar, se ubicaba el molino de trigo de Francisco Sánchez de Córdoba, antiguo conquistador de Caracas que vivía en Torre noreste, diagonal a la plaza mayor. Tomaba el agua del buco para su molino; el cabildo le exigía como compensación que mantuviera limpia a su cargo la acequia principal hasta la caja de agua. Este molino, a su muerte será vendido en 1597 por su mujer Isabel de Araya -por apremios económicos- a Esteban de Marmolejo, por lo que la obligación impuesta por el cabildo de limpiar la acequia del buco a la caja de agua de la ciudad reacae en este. El molino queda finalmente en manos de Manuel Cardoso en la cuarta década del siglo XVII.
Hacia 1573, temprano en la historia de la recién fundada ciudad, se toma la decisión por mayoría de los regidores y justicias que votaron en una sesión del cabildo, de repartir dos (2) acequias por cuadra. De la caja de agua salían, pues, cinco (5) acequias que bajaban por las cinco hileras de cuadras de norte a sur en que por entonces era la ciudad de Santiago de León, divididas en dos ramales paralelos al entrar en estas cuadras.
Estas acequias de agua fresca, clara y limpia de montaña, entraban en cada solar y suministraban agua para todo, siendo suficientes inicialmente por la poca densidad poblacional en aquellas fechas. Con esta agua del Catuche se regaba la huerta de la casona y los cultivos de cebollas, pimentones, auyamas y tomates, los árboles de aguacates y guayabas, se le daba de beber a las vacas y bestias del corral, bañaba el chiquero de los cerdos y gallinas, se lavaba y cocinaba con ella y se servía en la mesa de comer.
Estas acequias de agua fresca, clara y limpia de montaña, entraban en cada solar y suministraban agua para todo, siendo suficientes inicialmente por la poca densidad poblacional en aquellas fechas. Con esta agua del Catuche se regaba la huerta de la casona y los cultivos de cebollas, pimentones, auyamas y tomates, los árboles de aguacates y guayabas, se le daba de beber a las vacas y bestias del corral, bañaba el chiquero de los cerdos y gallinas, se lavaba y cocinaba con ella y se servía en la mesa de comer.
Con el tiempo las acequias se "encañaron", esto es, se encajonaron entre pisos y paredes "de lajas y ladrillo", y se taparon a su entrada en solares y cruce de calles, haciéndolas mas saludables y menos suceptibles de transportar lodo y aislandola de animales que las contaminaban al beber de ellas.
En 15 de noviembre 1610 se afirma de Domingo Álvarez, albañil: "... el cual hizo las dichas acequias, la mayor parte de ellas y el cubo y caja, y está encañada ...". Un Manuel Álvarez en 1612 es nombrado por el cabildo "alguacil del agua y acequias", persona idónea, " ... que tenga cuidado con las acequias del agua ..."
En 1617 los prominentes Francisco de Guevara y Rojas, capitán, y Diego de Villanueva, regidor, pidieron solares al cabildo muy cerca de la caja de agua, entre Cuño y Luneta. El cabildo se los niega en esta oportunidad, temiendo que con sus edificaciones alteren el estado de la acequia de la ciudad:
"venía a caer dentro de ellos [sus solares] las cinco acequias en que se reparte el agua que viene a esta ciudad, porque del remate de ellos hasta el buco hay solamente veinte pasos, en que entra la calle real; y sí, les parece que es mucho perjuicio para ahora y para lo adelante; y que en caso que estuviese edificado, era muy conveniente desocuparlo ... se declaran los dichos solares y sitio por vaco, para ahora y para lo adelante, y en el mejor modo que puede el dicho cabildo lo declara por baldío y questé sin poderse proveer ni ocupar por el perjuicio de las dichas acequias, de que recibe tanto útil esta república ..."
A Gaspar Sánchez de Villaseñor se le otorga un solar en 1624 por la esquina de Luneta, muy cerca de las acequias de la ciudad: "... y con condición que de ninguna manera pueda tomar el agua de las acequias que viene a esta ciudad, pena de que por cada vez que abriere acequia y sacare la dicha agua pague 2 [pesos] de ocho para propios de esta ciudad y que a su costa se quite y ciegue".
En 1626 el cabildo decide hacer una nueva caja de agua y contrata la obra con Alonso González Urbano, vecino de la ciudad. Este se obliga a que: "... se haga un buco y caxa de agua por la parte de arriba desta ciudad, de cinco varas en cuadra,con hueco y macizo de la pared, y con una vara de cimientos debajo de la tierra, y otra vara encima de la superficie de la tierra. Con sus cuatro esquinas de rafería de piedra y ladrillo, cal y arena, de dos ladrillos de ancho y de tres tapias de alto. Con su corrallete cubierto y ocho (8) almenas. Y toda ella por dentro y por fuera encalado. Y dentro del gueco de ella, una pila de ladrillo que sirva de tanque, con su repartimiento de cinco acequias ajustadas y repartidas las dos (2) al sur y las tres (3) al este. Y todo el dicho tanque a la redonda de una barandilla de largo, por encima, por donde se pueda andar. Y así mismo tengo de hacer una puerta pequeña por donde se pueda entrar a la dicha caja, con su llave de loba y [cerradura] de hierro, y encañada la acequia.
Para que toda el agua entre en el dicho cubo y caxa, tengo de hacer antes que entre en ella, una pila de ladrillo de cinco (5) cuartas de ancho, con una rejilla de hierro menudo, por que no entre suciedad ni inmundicia en la dicha caxa y buco de agua. Y salidas las dichas cinco acequias fuera de la dicha caxa, las tengo de encañar y cubrir con buenas lajas arriba y abajo y a los lados con cal y arena, que salgan treinta (30) pasos del dicho buco para afuera. Todo ello a uso de buena obra y a satisfacción de oficiales que lo entiendan ..."
Para que toda el agua entre en el dicho cubo y caxa, tengo de hacer antes que entre en ella, una pila de ladrillo de cinco (5) cuartas de ancho, con una rejilla de hierro menudo, por que no entre suciedad ni inmundicia en la dicha caxa y buco de agua. Y salidas las dichas cinco acequias fuera de la dicha caxa, las tengo de encañar y cubrir con buenas lajas arriba y abajo y a los lados con cal y arena, que salgan treinta (30) pasos del dicho buco para afuera. Todo ello a uso de buena obra y a satisfacción de oficiales que lo entiendan ..."
Una "tapia" como medida, era una vara y media castellana, de altura, alrededor de 1,25 mts., por lo que el edificio de la caja de agua donde se contenía y resguardaba el tanque de la ciudad, "de tres tapias de alto", debió erigirse por sobre casi cuatro metros de altura. Sus dimensiones, la forma almenada de su planta para resguardo de los centinelas, y los sólidos materiales de construcción, de mampostería, sugieren que esta caja de agua se la proyectó como casa fuerte o torre, quizás para defensa contra posibles sorpresas corsarias (como la del inglés Preston en 1595), situada la caja como estaba a entrada de la ciudad, en el camino a la mar.
En la imagen: Mikva o pileta ceremonial judía, similar a una hallada en una casa en Coro en 2013, la cual se anexa por tener hechura de mampostería, tal como la del tanque de la caja de agua.
Tomado de nuestro Facebook
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muy bueno
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